Por Hérold Jean-François a valentin abreu la isla lile
Las declaraciones del Embajador Dominicano Jose Serulle Ramía en un foro juvenil el 23 de febrero en la capital haitiana con relación a la perspectiva de una federación entre los dos países que comparten la isla de Quisqueya llevaron mucha agua al molino de sectores interesados en la República Dominicana.
Este tema desde hace muchos años está manipulado por voces conservadoras en la República Dominicana que acusan a potencias como Estados Unidos, Francia y Canadá de desear forzar una unidad entre las dos Repúblicas.
Los acontecimientos de febrero del 2004 que provocaron la salida del ex-presidente Jean-Bertrand Aristide del poder y la llegada en el país de fuerzas extranjeras alimentaron esta tesis en el sentido de que el alegado proyecto de unificación de la isla está más cerca de concretizarse.
Sin embargo, toda esta manipulación del tema de la fusión entre ambas naciones no es más que insumos para mantener vivo la llama de un discurso constante que alimenta la división y el odio entre Haitianos y Dominicanos, según los propósitos de quienes, en la parte Este de la isla, así lo han enfocado.
En Haití, comprobamos desde estos últimos tres a cuatro años que hay una nueva visión de las relaciones dominico-haitianas por el trabajo que realiza día a día el Embajador Jose Serulle Ramía, a quien los Haitianos ven como un humanista.
Contrariamente a sectores extremistas en la República Dominicana que promueven el aislamiento de Haití o la estupidez de deportar a los Haitianos en otra parte de la planeta como también la construcción de una pared para evitar la ‘’contaminación haitiana’’, Serulle ha siempre abogado para relaciones fraternales y transparentes entre su país y Haití.
Es en este sentido que hay que entender las recientes declaraciones del diplomático que no provocaron ningún tipo de reacción o de protesta en Haití. Cuando se plantea la idea de una federación entre las dos naciones nadie debe perder su sueño por pensar erróneamente que en lo adelante ‘’la Isla será una y indivisible’’, otro lema de manipulación por más de dos siglos de sectores antihaitianos en los márgenes del río Ozama.
HAITI/REPÙBLICA DOMINICANA DOS REALIDADES IRREVERSIBLES
Haití y la República Dominicana son dos entidades separadas e irreversibles. Los Haitianos constituyen un pueblo de los más nacionalistas que existen, como sus vecinos Dominicanos. Sin embargo, si en Haití, el manejo del tema de la unificación con su vecino país no está en el debate, es porque este pueblo tiene la convicción de que, a pesar de las dificultades para desarrollarse, a pesar de las irresponsabilidades de sus élites y de sus dirigentes que no toman las medidas para reforzar la independencia, a pesar de los accidentes históricos que imponen una realidad de ocupación o de perdida momentánea de soberanía, Haití quedará una nación soberana.
Por la realidad de la historia, la República Dominicana y Haití desarrollaron relaciones difíciles que sectores sobre todo en la Dominicana alimentaron haciendo complicadas las posibilidades de acercarse. Si Haití, desde el inicio, se declaró oficialmente una República negra con una identidad fundamentada por sus raíces africanas, República Dominicana, al contrario, encontró en su desarrollo verdaderos problemas de afirmación de su identidad, rechazando la parte negra de su conformación social. Por eso, toda idea de unión haitiano-dominicana forma parte de una utopía !
HAITÌ/REPÙBLICA DOMINICANA EN LA GLOBALIZACIÒN
Haití y la República Dominicana representan juntos cerca de veinte millones de consumidores. El mercado más amplio de la región caribeña. Hay una obligación estratégica para los dos países, de desarrollar proyectos mancomunados para posicionarse como socios importantes del mundo comercial a nivel regional y global.
Como paises integrantes del CARICOM, Haití en calidad de miembro de pleno derecho y República Dominicana, en calidad de observador, la isla adquiere una importancia palpable en el ámbito caribeño. Además, como miembros del grupo ACP, reciben fondos comunes para acciones binacionales de desarrollo en la zona fronteriza.
Es en esta perspectiva que hay que entender el enfoque del Embajador Serulle. Como un paso importante que puede colocar a la Isla en actor principal en la región, con los consiguientes beneficios para ambos países.
Los propósitos unitarios de que se trata en el discurso de Serulle, en vez de provocar reacciones de rechazo, debe al contrario hacer mirar las ventajas que la República Dominicana y Haití pueden sacar en la gestión común de relaciones múltiples con sus socios económicos, abriendo espacios de cooperación cada vez más amplios, más dinámicos que sobrepasan la realidad de la frontera.
De todos modos, tras más de dos siglos de evolución separada con presunciones alimentadas por hechos históricos como la ocupación haitiana de veintidos años, Haití y la República Dominicana deben esforzarse de superar la antigua realidad de relaciones anormales para establecer un nuevo marco de relaciones que favorezca los intereses de ambas naciones.
El Embajador Jose Serulle Ramía durante su misión inició este nuevo marco con su discurso, sus iniciativas como la feria binacional cuya tercera edición está en curso, sus vínculos en la sociedad haitiana, su sencillez y su hablar francamente son tantas cosas que contribuyen a acercar su país con el nuestro.
Desde la instalación de la Administración del Presidente Leonel Fernandez, cada vez que ocurre un problema en las relaciones entre Haití y la República Dominicana, Serulle, siempre ha tenido la palabra justa para calmar las tensiones, erigiéndose en la opinión publica haitiana como el hombre clave para fortalecer los lazos entre los dos gobiernos y en la mira de las nuevas perspectivas de relaciones dominico-haitianas.
Las declaraciones del Embajador Dominicano Jose Serulle Ramía en un foro juvenil el 23 de febrero en la capital haitiana con relación a la perspectiva de una federación entre los dos países que comparten la isla de Quisqueya llevaron mucha agua al molino de sectores interesados en la República Dominicana.
Este tema desde hace muchos años está manipulado por voces conservadoras en la República Dominicana que acusan a potencias como Estados Unidos, Francia y Canadá de desear forzar una unidad entre las dos Repúblicas.
Los acontecimientos de febrero del 2004 que provocaron la salida del ex-presidente Jean-Bertrand Aristide del poder y la llegada en el país de fuerzas extranjeras alimentaron esta tesis en el sentido de que el alegado proyecto de unificación de la isla está más cerca de concretizarse.
Sin embargo, toda esta manipulación del tema de la fusión entre ambas naciones no es más que insumos para mantener vivo la llama de un discurso constante que alimenta la división y el odio entre Haitianos y Dominicanos, según los propósitos de quienes, en la parte Este de la isla, así lo han enfocado.
En Haití, comprobamos desde estos últimos tres a cuatro años que hay una nueva visión de las relaciones dominico-haitianas por el trabajo que realiza día a día el Embajador Jose Serulle Ramía, a quien los Haitianos ven como un humanista.
Contrariamente a sectores extremistas en la República Dominicana que promueven el aislamiento de Haití o la estupidez de deportar a los Haitianos en otra parte de la planeta como también la construcción de una pared para evitar la ‘’contaminación haitiana’’, Serulle ha siempre abogado para relaciones fraternales y transparentes entre su país y Haití.
Es en este sentido que hay que entender las recientes declaraciones del diplomático que no provocaron ningún tipo de reacción o de protesta en Haití. Cuando se plantea la idea de una federación entre las dos naciones nadie debe perder su sueño por pensar erróneamente que en lo adelante ‘’la Isla será una y indivisible’’, otro lema de manipulación por más de dos siglos de sectores antihaitianos en los márgenes del río Ozama.
HAITI/REPÙBLICA DOMINICANA DOS REALIDADES IRREVERSIBLES
Haití y la República Dominicana son dos entidades separadas e irreversibles. Los Haitianos constituyen un pueblo de los más nacionalistas que existen, como sus vecinos Dominicanos. Sin embargo, si en Haití, el manejo del tema de la unificación con su vecino país no está en el debate, es porque este pueblo tiene la convicción de que, a pesar de las dificultades para desarrollarse, a pesar de las irresponsabilidades de sus élites y de sus dirigentes que no toman las medidas para reforzar la independencia, a pesar de los accidentes históricos que imponen una realidad de ocupación o de perdida momentánea de soberanía, Haití quedará una nación soberana.
Por la realidad de la historia, la República Dominicana y Haití desarrollaron relaciones difíciles que sectores sobre todo en la Dominicana alimentaron haciendo complicadas las posibilidades de acercarse. Si Haití, desde el inicio, se declaró oficialmente una República negra con una identidad fundamentada por sus raíces africanas, República Dominicana, al contrario, encontró en su desarrollo verdaderos problemas de afirmación de su identidad, rechazando la parte negra de su conformación social. Por eso, toda idea de unión haitiano-dominicana forma parte de una utopía !
HAITÌ/REPÙBLICA DOMINICANA EN LA GLOBALIZACIÒN
Haití y la República Dominicana representan juntos cerca de veinte millones de consumidores. El mercado más amplio de la región caribeña. Hay una obligación estratégica para los dos países, de desarrollar proyectos mancomunados para posicionarse como socios importantes del mundo comercial a nivel regional y global.
Como paises integrantes del CARICOM, Haití en calidad de miembro de pleno derecho y República Dominicana, en calidad de observador, la isla adquiere una importancia palpable en el ámbito caribeño. Además, como miembros del grupo ACP, reciben fondos comunes para acciones binacionales de desarrollo en la zona fronteriza.
Es en esta perspectiva que hay que entender el enfoque del Embajador Serulle. Como un paso importante que puede colocar a la Isla en actor principal en la región, con los consiguientes beneficios para ambos países.
Los propósitos unitarios de que se trata en el discurso de Serulle, en vez de provocar reacciones de rechazo, debe al contrario hacer mirar las ventajas que la República Dominicana y Haití pueden sacar en la gestión común de relaciones múltiples con sus socios económicos, abriendo espacios de cooperación cada vez más amplios, más dinámicos que sobrepasan la realidad de la frontera.
De todos modos, tras más de dos siglos de evolución separada con presunciones alimentadas por hechos históricos como la ocupación haitiana de veintidos años, Haití y la República Dominicana deben esforzarse de superar la antigua realidad de relaciones anormales para establecer un nuevo marco de relaciones que favorezca los intereses de ambas naciones.
El Embajador Jose Serulle Ramía durante su misión inició este nuevo marco con su discurso, sus iniciativas como la feria binacional cuya tercera edición está en curso, sus vínculos en la sociedad haitiana, su sencillez y su hablar francamente son tantas cosas que contribuyen a acercar su país con el nuestro.
Desde la instalación de la Administración del Presidente Leonel Fernandez, cada vez que ocurre un problema en las relaciones entre Haití y la República Dominicana, Serulle, siempre ha tenido la palabra justa para calmar las tensiones, erigiéndose en la opinión publica haitiana como el hombre clave para fortalecer los lazos entre los dos gobiernos y en la mira de las nuevas perspectivas de relaciones dominico-haitianas.
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